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Una vida «muy normal» en Los Mateos

Varios colectivos luchan con cursos y actividades por la integración social y cambiar la imagen del barrio. En la Asociación Rascasa hay clases de arteterapia e insertan a los parados; en el local social hacen manualidades y preparan los trajes de Carnaval

El reciente tiroteo entre vecinos rivales, a plena luz del día y que dejó a dos personas heridas, ha vuelto a poner en el punto de mira a Los Mateos, un barrio asociado a la marginalidad y donde la Policía suele actuar en el desmantelamiento de puntos de venta de droga al menudeo. Hace dos meses también hubo un robo, durante el rodaje de varias escenas de la última película de 'Terminator'. Pero la cara de la moneda que muy pocos conocen es que hay numerosos colectivos que luchan por cambiar esas dinámicas: imparten cursos de formación e inserción laboral, organizan talleres y hasta jornadas de hermanamiento entre vecinos, de diferentes edades y culturas.

Lo hace posible la Coordinadora del Barrio de Los Mateos, formada por los colectivos Rascasa, la Asociación de Vecinos, Cáritas, la Asociación de Mujeres Armonía y otros grupos de etnia gitana y religión musulmana. «Entre todos, conseguimos sacar adelante actividades para dinamizar el barrio; aunque la gente no tenga esa percepción, Los Mateos es un buen lugar, con personas humildes y trabajadoras», sostiene el presidente vecinal, Francisco García. Sin ir más lejos, la coordinadora organizó esta semana una multitudinaria fiesta de Halloween en el local social: acudieron vecinos de todas las edades y culturas, hubo manualidades para los más pequeños, pasadizos del terror y una merienda de hermanamiento. «Los viernes, además, vienen a hacer manualidades y a preparar los trajes de Carnaval. El próximo año, por primera vez, también organizaremos las cruces de mayo», asegura orgulloso García.

«Si este de verdad fuera un barrio problemático, ¿tú crees que los niños podrían estar así en la calle, en armonía? Ésta es una zona con la misma normalidad que otras de la ciudad. Lo que pasa es que no nos quitamos de encima la mala imagen. Lo que hay es necesidad; históricamente, aquí han vivido familias pobres, con muchas dificultades. Todo lo que se hace, parece que no existe, pero está ahí». Quien habla es el presidente de Rascasa, Manuel García. Esta asociación trabaja desde 1990 por la inclusión social de los barrios desfavorecidos, con especial atención a Los Mateos.

Rascasa tiene su sede en la calle Sol y en sus aulas atienden las necesidades de los residentes. Principalmente, lo hacen a través de diferentes cursos de formación, con la ayuda del Servicio Regional de Empleo y Formación (SEF). Actualmente, 15 jóvenes, de 16 a 21 años y que no tienen la educación secundaria, realizan un programa de enseñanza de albañilería. Es un curso de cualificación profesional de revestimientos de construcción y dura tres meses. «Lo que nos motiva a seguir es el agradecimiento de los chicos, el cariño que recibimos a cambio», explica una de las voluntarias de Rascasa, Natalia Andreu.

Albañilería e informática

En paralelo a esos cursos, el SEF también subvenciona otros de inserción laboral, destinados a cualquier desempleado, de Los Mateos y de otros barrios. El mes pasado empezó uno, con certificado profesional, de montaje y mantenimiento de sistemas microinformáticos: sus 13 alumnos aprenden a desmontar un ordenador y a detectar las incidencias de éste. «Con el esfuerzo que hacen los vecinos [que también forman parte de la coordinadora], nos da mucha rabia que se hable mal de Los Mateos sin conocer la realidad. Aquí tratamos con personas humildes, que tienen necesidades y quieren formarse para salir adelante», asegura Irene Hernández, responsable del área de inserción laboral de Rascasa.

Por esa rama de la asociación pasan al año «alrededor de 900 vecinos». Además, desde el mes de octubre hay dos iniciativas en marcha, enfocadas a la empleabilidad, con grupos de mayores y menores de 30 años. «Hacemos tutorías individualizadas y les enseñamos a ser activos en la búsqueda de empleo. El año pasado, de 120 personas, 40 lograron encontrar un trabajo», sostiene Hernández.

Además de estas actividades, otros voluntarios como Maribel Martínez imparten talleres de arteterapia, de forma individual y grupal. «Utilizamos herramientas expresivas y plásticas, para aumentar el desarrollo personal. El perfil que puede venir es de lo más variado, y de otros barrios. El objetivo es que una persona pueda encontrarse mejor consigo misma, porque atraviesa una ansiedad o una depresión, por ejemplo. Suelen participar, en las sesiones de grupo, hasta siete personas, de una hora o cuarenta y cinco minutos de duración».

Costura y alfabetización

La sede de Cáritas en Los Mateos también aporta su granito de arena a la integración del barrio, porque en el local, vecinas como Consuelo Ortega dan clases de costura. «Ahora ya solo me paso por allí una vez a la semana, para que las chicas que van se hagan más responsables y funcionen por sí mismas». También hay de alfabetización, que lleva Isabel Martínez. «Es admirable. Tienen una cultura baja pero un interés enorme por aprender; se preocupan por la situación del barrio, les duele lo que pasó en el tiroteo».

La Coordinadora, a la espera de un plan de intervención

Los diferentes colectivos sociales que forman parte de la Coordinadora de Los Mateos siguen a la espera de que el Ayuntamiento ponga en marcha de manera íntegra el denominado manifiesto Fénix, un plan de intervención integral que ayude a mejorar la situación de los vecinos del barrio, a favorecer su integración. «Necesitamos ese plan para levantar la zona de abajo a arriba. Estamos contentos con las cosas que logramos, pero lógicamente, sin una ayuda para solucionar el problema de raíz, nunca avanzamos del todo. Todo lo positivo, de este modo, parece que no existe», sostiene el presidente de la Asociación Rascasa, Manuel García. Además, en la coordinadora piden la mejora en la iluminación, más presencia policial en las calles, limpieza y acabar con los escombros y el estado de las casas que hay en la ladera del Castillo de los Moros, una de las zonas más deterioradas del barrio.

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