Semillas para el desarrollo integral de las personas
La Asociación Rascasa cumple 30 años contribuyendo a la inserción sociocomunitaria, formación y empleabilidad de los habitantes de Los Mateos, Lo Campano y Santa Lucía en Cartagena
Es la propia estructura de las ciudades la que puede provocar que parte de la población se encuentre en una situación de desventaja, separada del resto. Barrios que quedan apartados del foco central, en los que se registra un alto riesgo social, y que requieren de un plan integral que transversalice ámbitos necesarios, como el educativo, sanitario, de infraestructuras o urbanístico; una visión más amplia que permita intervenir en estas zonas. Teniendo en cuenta esta problemática, la Asociación Rascasa, como entidad sin ánimo de lucro, trabaja en Cartagena para lograr el desarrollo integral de tres barrios que por esta cuestión estructural así lo requieren: Los Mateos, Lo Campano y Santa Lucía, atendiendo a unas 1.000 personas desde las áreas de la inserción, para aumentar la formación básica y ocupacional de las personas y que se incorporen con mayores posibilidades al mercado laboral; formación, para mejorar su currículum y que no estén en desventaja, y dinamización, buscando la implicación sociocomunitaria de los vecinos y dotando de los recursos adecuados del tiempo de ocio, principalmente a la infancia. Para ello cuentan con profesionales del ámbito social, como trabajadores y educadores sociales, orientadores laborales con perfiles diferentes como pedagogos y monitores e integradores sociales.
Natalia Andreo (d), coordinadora del Área de Dinamización, durante una tutoría individual. / RASCASA
Para luchar contra la 'visión de gueto' de estas poblaciones, hacen uso de espacios y recursos que ofrece Cartagena para que desarrollen habilidades y se relacionen: cuentacuentos, parques, o encuentros con grupos scout para que los niños jueguen en el mismo espacio. «Fomentamos que se vean como iguales y que se relacionen entre ellos», señala Adelaida Martín, coordinadora de la Asociación Rascasa y trabajadora social.
El objetivo: crear oportunidades. «Hablamos de que las personas con las que trabajamos, bien sean niños, adolescentes, jóvenes o adultos, vivan momentos que les hagan tener experiencias positivas. Porque cuando estamos en círculos complicados con pocas oportunidades nos creemos que no tenemos derecho a más. Pero queremos transmitir a esas personas que tienen derechos básicos, actitudes y posibilidades para crear esas oportunidades», afirma Adelaida Martín.
Un acompañamiento adaptado
Han sido 400 personas las atendidas por Rascasa durante los dos primeros meses del estado de alarma, una media mayor respecto a otros años. «Desde que se decretó, nuestra intervención se ha visto multiplicada exponencialmente, tanto con las personas con las que veníamos trabajando y teníamos un itinerario, como nuevas que han solicitado nuestra ayuda. Para ellas somos una referencia por nuestra metodología de acompañamiento a nivel social, laboral, formativo y personal», afirma la coordinadora.
Se han encontrado con personas que se han visto en situaciones precarias. «Suelen buscarse la vida, vivir con lo mínimo y ver de hoy para mañana cómo hacer para tener comida en casa. Y estar en casa confinados sin poder salir ha dificultado muchísimo estas situaciones», informa. En este aspecto, la intervención de la Asociación Rascasa se ha basado en gestionar los recursos y coordinarlos con las administraciones competentes para que esas personas tuvieran cubiertas sus necesidades básicas.
«Nos transmiten que si ya ellos pertenecen a un colectivo de vulnerabilidad y tienen una dificultad a la hora de encontrar un empelo, esta situación ha agravado el problema», señala la coordinadora del Área de Inserción, que destaca que algunos de ellos han trabajado como peón agrícola o mozo de almacén en este periodo.
En cuanto a sus programas, los han adaptado para que los grupos de infancia y adolescentes desarrollaran sus actividades de ocio y tiempo libre, refuerzo educativo y acompañamiento. Otras acciones las han realizado a través de llamadas telefónicas, ya que muchas familias no tenían medios necesarios para realizar talleres 'online'.
Menos precariedad
Rascasa ofrece un acompañamiento social, pero también programas formativos para la empleabilidad, tanto de forma grupal o individual en los que atienden a cerca de 150 personas en los ámbitos de almacén y comercio y los oficios de albañilería y pintura, ya que cuentan con espacios para poder desarrollarlos. Se suma un específico de Administración nivel básico.
Además de los programas, acompañan durante el proceso de la búsqueda activa y desarrollo del empleo. «El objetivo es que ellos sean autónomos y finalicen su proceso y tengan un empleo lo menos precario», señala Irene Hernández. Porque ese es el problema, que muchas de estas personas trabajan en empleos temporales. Sin embargo, el 33% de los que participan en estos programas consiguen la inserción laboral.
«Ellos están agradecidos con la oportunidad, tanto por el apoyo de Rascasa como de las empresas, porque muchos cursos tienen parte práctica. Para muchos es su primera experiencia laboral y si la empresa tiene nombre conocido, les abre muchas puertas», informa, a la vez que destaca cómo transmiten a las empresas la motivación y el compromiso que tienen esas personas que realizan sus prácticas, «que necesitan sentirse respetadas y valoradas para poder mejorar su autonomía y su autoestima».
«Al final lo que hacemos es poner una semilla que puede que no germine en ese momento, pero germina después, porque al final todo lo que trabajamos y transmitimos, todas las habilidades que vamos desarrollando en ese día a día, van metiendo pequeñas cosas en la mochila de cada persona», cuenta con orgullo Adelaida Martín, recordando que trabajan desde el protagonismo de las personas, con «calidad y calidez», como «personas que creen en las personas y quieren que se sientan valoradas y que tienen posibilidades en esta sociedad en igualdad de oportunidades».
Tres décadas de apoyo
Será en septiembre cuando Rascasa celebre los 30 años desde su fundación. Lo esperan con ilusión, a pesar de la circunstancia, para dar visibilidad al trabajo que realizan con colectivos de exclusión social. En anteriores aniversarios han organizado un programa de actividades amplio, pero este año van a ser más cautos y desarrollarán una programación que tenga impacto, pero no tan extensa, que se base en transmitir experiencias y buenas prácticas a todo el que acuda. Hay logros, pero siguen las metas: «El objetivo de Rascasa es desaparecer porque no hagamos falta, porque no exista la necesidad que ha movido nuestro nacimiento y que nos mantengamos en activo, y porque la Administración pública acometa las tareas que son de su competencia. Estaríamos contentos de no celebrar nuestro 40 aniversario porque los barrios están incluidos y porque las personas tienen oportunidades y están incorporados a la vida social en un nivel de vida adecuado y suficiente», señala Adelaida, añadiendo que mientras sigan su actividad, seguirán trabajando con ilusión.